A través de selección y técnicas de injerto, los científicos apuntan a obtener árboles que combinan estética y resistencia, ideales para las festividades
Matt Rancourt sabía lo que buscaba. Este hombre de 38 años recorrió varios lotes de árboles de Navidad en Washington la semana pasada antes de encontrar “el elegido”: un abeto de Fraser de 2,7 metros de altura, con las ramas llenas y la clásica forma triangular.
“Tiene que tener el equilibrio perfecto”, dijo. “No quiero agujeros en el árbol, y creo que uno lo sabe cuando lo sabe. Es como un vestido de novia”, agregó.
En el futuro, su búsqueda anual podría no ser tan tediosa, gracias a los investigadores del Programa de Genética de Árboles de Navidad de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, que llevan décadas desarrollando lo que llaman árboles de Navidad “de élite”.
Reconozcámoslo: la mayoría de los árboles de Navidad tienen sus defectos. Algunos son desgarbados y calvos. Algunos tienen ramas rebeldes y ángulos chulescos. Otros dejan un lío de agujas de pino que da dolor de cabeza, y con demasiada frecuencia son objeto de la curiosidad de felinos demasiado entusiastas.
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